Sunday, January 14, 2007

TUS PIES

Dijiste que tenías un problema con los pies... No parecía ser importante hasta que recordé que yo lo tenía con las manos. Cuando los pies o manos dejan de ser lo que son y puedes ver más alla de eso, encuentras dedos que pueden ser muy extraños, a simple vista es muy dificil percibir la sensación pero despues de un rato logras entenderlo, las manos y los pies son muy raros.

Friday, January 12, 2007

Anochece en Santiago




En Cuba tambien se hace de noche,
los mojitos comienzan a existir.
Y la trova te empieza a llamar.

No me da la gana trabajar o "Creo que necesito una Sangria"

Llevo un poco más de 20 horas esperando comenzar a trabajar, hay un proyecto vencido desde hace muchos días pero no puedo concentrarme, en vez, me dedico a husmear por algún sitio o regreso a este blog como si pudiera haber cambiado en diez minutos por si mismo. Me niego a inciar la empresa y nada puede apartarme de esta desidia, tan mía, tan profunda. Igual y mi cerebro necesita descansar, ha estado atormentándose en sequías que casi alcanzan la semana, no ha habido ceveza en mis días, no hay pensamientos nublados, todo es claro y doloroso. Mi cerebro tan bohemio, lo he obligado a guardar la compostura, como la gente decente, dicen; algunos no comprenden que se debe divertir y hacerme actuar como tonto, reir y volver a hacerlo, fumar y volver a reir.

Thursday, January 11, 2007

Atardecer Cholulteco



Así atardece en Cholula...


Sólo hay 37 Iglesias entre San Andrés y San Pedro.
Dónde estan las otras 328?
en el Bar Reforma,
supongo...

A dónde vas?

Pues a veces la vida
parece llegar hasta ahi.
Pero es mucho más larga,
o tan corta que no alcanzas a
darte cuenta, creeme.

Taller de Bicicletas (etnografía)

La importancia y significado que un taller de bicicletas posee en la ciudad de Cholula puede tener una connotación distinta al significado que pudiera existir en alguna otra parte de México. En esta ciudad el uso de las bicicletas tiene diferentes matices que van desde la necesidad, el esparcimiento y hasta poder determinar la devoción religiosa de sus habitantes.

En Cholula es común encontrar ciclistas entre las avenidas, sorteando coches y autobuses mientras tratan de evitarse un accidente. Aquí no existe respeto por ellos como tampoco lo existe para peatones, y a veces ni siquiera hacia los conductores. Para los habitantes de Cholula montar una bicicleta, lejos de ser un gusto es algo necesario para poder llegar al trabajo, transportar a la esposa, incluso a un niño. Algunos otros las usan por ser un medio más práctico para asistir a la universidad, sin embargo, proporcionalmente son menos los estudiantes que ocupan este vehiculo en comparación con los habitantes nativos de Cholula.

La construcción de una ciclopista a un costado de la calle Camino Real y las campañas que se realizan en la Universidad de las Américas que exhortan a la utilización de bicicletas, son un ejemplo de la importancia que se tiene al respecto dentro de la comunidad y que de forma implícita incluyen a esta escuela dentro de una actividad que se realiza en esta población.

Al principio de este semestre, mientras buscaba un buen tema para hacer esta etnografía, prometí prestarle una bicicleta a una estudiante internacional que apenas había conocido unos días antes. Durante casi cuatro años abandoné mi bicicleta en uno de los Colegios Residenciales de la universidad y hasta hace apenas unas semanas me dio por llevarla a reparar. La bicicleta se encontraba en condiciones terribles, creí que no tendría compostura, pero aun sin esperanzas la llevé al taller, así conocí a Enrique Tototzinca Ramírez, propietario de un pequeño taller de bicicletas en San Andrés, Cholula.

Acudí a el local del Sr. Tototzinca “Taller de Bicicletas” pues era el que se encontraba más cerca de la universidad. Me pareció buena idea llevarla con él pues su negocio siempre tiene clientes en la puerta, como esperando algo, siempre así desde que recuerdo esa calle.

Al entrar al taller y conversar un poco con Tototzinca, me di cuenta de que mi etnografía debía ser acerca de él y su taller, el uso de las bicicletas en la ciudad, la universidad, los extranjeros, había muchos temas que podían conjugarse dentro de esta investigación.

Su taller, ubicado en el número 1001 de la calle 6 Norte, no es más que un improvisado local como improvisadas son muchas otras tiendas en esta ciudad. Un letrero adorna la pequeña construcción y se alcanza a leer “Taller de Bicicletas” delineado con una tipografía indefinida, asimétrica, que delata a Enrique Tototzinca y que hace suponer que fue él mismo quien se aventuró a pintar la fachada de su local y que, incluso, se atrevió a dibujar, con trazos de principiante, una bicicleta chueca en uno de los muros, como si pensara que el nombre del taller no fuera suficientemente explícito.

Tuve que ir por lo menos unas seis veces antes de que el Sr. Tototzinca tuviera mi bici lista, siempre me decía -ven mañana, ven al rato, todavía no está, ven mañana-. Nunca vi al Sr. Tototzinca descansar, en realidad cada vez que le he visto está hincado y con alguna herramienta en su mano o sosteniendo una llanta o un cuadro; por eso no me desesperé y fui cada una de las veces que me lo pidió, hasta que por fin un día la tuvo lista. Jamás creí que sus excusas fueran un acto de irresponsabilidad sino más bien el producto de su carga de trabajo.

El taller, más allá de ser sólo un simple taller, parece funcionar como una especie de centro de reunión entre algunos conocidos, un pretexto para detenerse un rato y platicar un poco. Muchos clientes con aspecto de locales parecen disfrutar gastando un tiempo frente al taller, echarle un poco de grasa a los engranes, un poco de aire a las llantas, como si consintieran un caballo después de un largo día de trabajo. Para muchos Cholultecas las bicicletas son más que un medio de transporte, son una herramienta.

Pasé un par de horas fuera de su establecimiento, quería darme cuenta de cómo funcionaban las cosas. De pronto un joven estacionó su automóvil frente al local y cruzó un par de palabras con Tototzinca, se despidieron y regresó a su auto con un gesto de frustración y lanzando algunas palabras al aire, seguramente Enrique le había dicho que su bicicleta no estaba lista aun, tal y como lo había hecho conmigo.

Cuando Tototzinca no está en su taller, su hija de apenas unos 12 años lo atiende, pero no posee la información necesaria para resolver dudas sobre los trabajos que hace su papá, apenas conoce los precios y sólo se dedica a cuidar mientras Enrique está ausente. Esta vez Tototzinca regresa y en hilera hay alrededor de 5 personas esperándolo, la niña no pudo atender a ninguno y sólo se limitó a decir que esperaran hasta que regresara su papá.

Recargadas en un poste, frente al taller, hay al menos unas 17 bicicletas, la mitad son modernas y aparentan ser costosas, la otra mitad parecen reliquias de los años sesenta, junto a ellas hay una que sobresale pues es del tipo de las que se usan para carga, para llevar algo, las he visto con garrafones de agua, con tambos de tamales, con elotes y esquítes, con la herramienta para cortar el pasto; pueden ser una pequeña empresa sobre ruedas, un local comercial ambulante, pero sobre todo la única fuente de ingresos para muchos habitantes de la región.

Enrique Tototzinca, las bicicletas y la religión

Enrique se ha dedicado a la compostura de bicicletas por más de veinticinco años, dice que su papá fue quién inició con el negocio. Tototzinca siente que el uso de estos aparatos se incrementó desde que la universidad se estableció en Cholula, quizá se deba a que su taller es el más cercano a la escuela.

A Enrique le hace falta capital para poder realizar su sueño, hacer crecer su negocio, “meter bicis nuevas” dice, hacer aparadores y colocar más mercancía. Por eso trabaja de lunes a sábado de nueve de la mañana a nueve de la noche, no cierra para comer. “Cuando es una compostura completa, le gano unos 300 pesos, a veces varia puedo componer en una semana, en promedio, unas 30 bicis”, comenta. Aunque existen otros seis talleres alrededor no le preocupa pues indica que se mantiene principalmente de sus clientes que acuden con él desde hace muchos años. Quizá esta sea la razón por la que muchas personas se detienen a platicar con él y aunque no haya necesidad le hacen algún ajuste a sus bicicletas.

Tototzinca cree que lejos de desaparecer paulatinamente, el uso de las bicicletas va a aumentar en los años siguientes, “pues ahora con lo del pago del estacionamiento han venido algunos chavos a comprar bicicletas” comenta.

Enrique atiende incluso a los estudiantes extranjeros, indica que son los franceses quienes siempre se acercan a preguntar por bicicletas por lo cual ahora ofrece el servicio de renta, y semanalmente cobra $ 40 pesos por bici.

Al parecer Tototzinca es una especie de líder de opinión, la gente que se acerca a hablar con el le pide consejo y el aclara sus dudas, no tendría sentido detenerse a hablar con él si su consejo no tuviera importancia.

Una de sus hijas salió de su casa a recoger a una casa vecina un tanto de ropas que parecían recién lavadas, para muchas familias eso constituye pertenecer a otro nivel, en este caso tener a alguien que lave tus ropas te coloca en una posición inmediata a la de tus propios vecinos. Esto podría indicar que el negocio les da para vivir un poco mejor que algunas de las familias vecinas, por lo tanto ese estatus debe significar al menos un poco más de importancia entre la gente con la que convive, además se ha dado el lujo de practicar la bici de montaña y armarse una bicicleta muy buena. A manera de contraste, pasan por el taller un ciclista de montaña totalmente ataviado con toda la indumentaria necesaria para practicar ese deporte, junto a él un niño de unos diez años de edad con el mismo uniforme que el padre, apenas pedalean como si el futuro no importara, como demostrando que el deporte que están a punto de practicar los situase en un peldaño más arriba que la media de la población de San Andrés. Al mismo tiempo se abre el portón de la casa de Tototzinca que está a un lado del taller y sale un niño en una bicicleta más austera, cargando un cuadro de bicicleta nuevo en el hombro. Se queda contemplando por un tiempo al padre ciclista y a su hijo. Esta imagen muestra de forma simple las deferencias sociales incluso cuando se monta una bicicleta, incluso cuando te lavan la ropa.

Las manos de Tototzinca muestran lo que parece ser algún tipo de tatuaje laboral, ese que queda después de muchos años de trabajar con aceite.

Enrique dice que está haciendo todo lo posible por ser mayordomo de la iglesia de su barrio, San Juan Aquiahuac, y comenta que este año fungió como acompañante en la ceremonia donde recibieron al nuevo mayordomo. El y su esposa están ansiosos por obtener la mayordomía pues de acuerdo con él son una familia muy devota.

Además de haberle entrevistado, ya había hablado yo con Enrique Tototzinca en diferentes ocasiones. Lo puse al corriente acerca del trabajo que yo realizaba y no estaba sorprendido pues dice que le han entrevistado antes en diferentes ocasiones y que incluso lo han grabado en video. Es muy significativa la relación entre devoción y religión mezclada con bicicletas y tradiciones en Cholula. Sin duda Enrique juega un papel importante en uno de los ritos característicos de los peregrinos de Cholula, el viaje anual en bicicleta hasta la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México.

Cada 11 de diciembre, decenas de ciclistas del área de Cholula salen en peregrinación hacia la Ciudad de México, a donde llevan ofrendas y esfuerzo como señal de tributo a la Virgen de Guadalupe. El barrio de San Juan Aquiahuac no es la excepción y desde hace más de 60 años realizan el peregrinaje, según Tototzinca, unas 100 personas que llegan incluso hasta los sesenta años de edad y que realizan todo el trayecto sobre sus bicicletas.

Enrique siente que el cansancio no es un obstáculo pues dice que ante todo está su devoción y la de todos los peregrinos y que la fe lo hace llegar siempre hasta su meta. Enrique hace el viaje desde hace 12 años. “Salimos el día once y el doce pasamos a ver a la virgen y a escuchar misa, luego regresamos” comenta.

Sin lugar a dudas Totozinca juega un papel muy importante dentro de la celebración de este ritual pues además de ser uno más de los peregrinos también es quien puede ofrecer asistencia durante alguna descompostura en el trayecto pero sobre todo unos días antes cuando realiza los ajustes en la mayoría de las bicicletas que realizarán el recorrido.

De esta manera el uso de la bicicleta en Cholula no acaba en donde terminan los límites de la región ni los usos cotidianos relacionados con el vehiculo y las actividades diarias sino que también se extiende a un nivel espiritual con el cual a través de una bicicleta se puede demostrar el amor y la fe que se tiene por las creencias que sobreviven año con año en esta comunidad.

Espiral del Silencio::: Theory

"Si te callas, todos nos callamos y al final nadie supo nada"...
Lecciones de comunicación con el Mestre Chakalito