Sunday, January 03, 2010

Allegro No.1

Sola intentaste erguirme desde siempre; exhausta y sin éxito confiaste una y tantas veces. Escasos los recuerdos de una infancia turbia, degradada; pero que atesoro tanto como a la vida que me dabas. La neblina ahora viaja distinta, uniforme. Tres décadas tardé en advertirte, en comprenderte. Acaso una mirada o un tono de voz podrían confesarte mis secretos.
Agradezco que existas entre todo este pútrido mundo, en esta podrida vida. Eres grande como la luna que refleja su luz en el patio. Tanto como el amor de cualquier madre, no cualquiera.
Debiera existir un premio Nobel a la ternura, a la constancia, a ti; pero no lo hay, tendrás que conformarte con un beso.
Muchos recuerdos del yo maduro, en todos ellos vienes estoica aguardando levantarme, ducharme con cariño y palabras dulces, hirientes, graves. Eres el oráculo de mi vida Aida.