Sunday, March 23, 2008

Amo esta Isla, soy del Caribe...

A veces, al tiempo en que parafraseo en mi mente las líneas negras de un cuento de Poe y voy buscando imágenes acústicas en formas que el viento define sobre el humo de mi habano casi consumido y el aroma del café ya no es el mismo; algunas veces me da la gana dejar caer un billete, levantarme de la mesa y cruzar la cerca de hiedra que delimita este añejo Bar de la vieja Habana.


Aquí pasaron noches infinitas Martí y Hemingway, perpetuaban creatividad y trascendencia a cada sorbo de ron y un millar de jineteras. Pero todo cambió, llevo un par de semanas en esta isla, llegué transportado por los recuerdos y buscando una salida al cotidiano vacío que asechó mis días uno por uno. Me he divertido mucho más de lo esperado y ahora siento pena por mi espìritu. Anoche compartí caricias con una hermosa mulata y una rubia que hubiera inspirado alguna obra maestra hace cincuenta años. El amor comprado es mi favorito, siempre lo fue, por eso no utilizo protección para el alma. Y aun así, después de tramposas noches de excesos no escribo más que un malparido e mail y un par de posts. ¡Salud!